Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
En 2021, Morena no se dio cuenta –o no lo quisieron ver– de que iban a perder en 9 de las 16 Alcaldías, todo el poniente de la capital del país, porque se la pasaron autoengañándose con encuestas en que afirmaban –o eso les decían sus demóscopos para quedar bien con el que paga– que iban a arrasar hasta por más de 20 puntos demarcaciones como Miguel Hidalgo, Álvaro Obregón, Coyoacán. El resultado fue exactamente a la inversa.
Hoy la historia parece repetirse. A más de 6 meses de la elección, los morenistas pagan y pagan encuestas falsas, –en el mejor de los casos muy ‘cuchareadas’–, para engañar, pretender justificar la narrativa de que este arroz ya se cocinó, y que el triunfo de Morena y sus candidatos es inminente, en el caso de la Ciudad de México, Clara Brugada.
Es absurdo creer esas encuestas, cuando apenas a un mínimo porcentaje de los chilangos les pasa por la cabeza que el próximo año habrá comicios. No les interesa, no le ponen atención en este momento al tema. Visto en términos del mercado, es como si alguien en el mes de junio estuviera preocupado por comprar arreglos de Navidad, y que su atención estuviera centrada en ver anuncios al respecto. En el mejor de los casos, dicen los expertos, el grueso de la gente empezará a poner atención sobre las y los candidatos cuando empiecen las campañas. Es decir, por ahí de marzo del próximo año.
Por eso ahora esos supuestos estudios de opinión pública no son otra cosa que propaganda vil, y sacadera de dinero, gran negocio de los encuestadores mafiosos que simple y sencillamente entregan al cliente el resultado que quiere. Incluso, entre ellos se comparten datos, se ponen de acuerdo para que el ‘cuchareo’ de la encuesta sea como en escuadrón. También se comparten el trabajo de campo para ahorrarse dinero, aunque se lo cobren a sus clientes. Hasta ofrecen colocar el estudio de opinión pública en algún medio de comunicación nacional o internacional, como aquel periódico español que se la pasa reproduciendo encuestas de una de las principales empresas asesoras de Claudia Sheinbaum.
Otro factor, que por supuesto los demóscopos no revelan ni a sus clientes y menos a los lectores de sus estudios, es la complejidad para que la gente de las clases medias y altas les responda los cuestionarios a sus encuestadores en vivienda o al ‘cati’ en el caso de las telefónicas. Una de las razones por las que no participan es que cuando tocan a las puertas de sus casas no se encuentran; ocurre lo mismo en las llamadas. Y si tienen suerte de que alguien se halle, la mayoría declina responder el cuestionario. Por cierto, las empresas encuestadoras suelen no reportar el porcentaje de entrevistados que rechazaron la encuesta, con lo que también engañan a su cliente que, como en el caso de Morena en 2021, se la creyó que iba a arrasar en la Ciudad y la izquierda tuvo el peor resultado de su historia.
Además de todo lo anterior, buena parte de las encuestas que se difunden en medios de comunicación son elaboradas por quienes fueron contratados por el Gobierno de Claudia Sheinbaum en la CDMX, Morena o algún gobierno estatal emanado de este partido. Es evidente el conflicto de interés, por ejemplo, de Parametría, Buendía y Márquez, Enkoll, Demotecnia, De las Heras. El engaño con encuestas se parece cada vez más al 2000, cuando desde la Presidencia controlaban a todos los demóscopos –muchos son los mismos ahora– y a medios de comunicación para decir que iba a arrasar Francisco Labastida y perdió feo. ¿Se repetirá esta historia? Lo veremos.