Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
Aunque hoy pareciera que el mejor escenario en prospectiva política para el senador Ricardo Monreal sería rescatar la candidatura para jefe de Gobierno de la Ciudad de México por Morena, quizás el panorama para el legislador pueda mejorar mucho, a grado de formar parte de lo que eventualmente podría ser una nueva terna de “corcholatas” a la Presidencia de la República.
En las próximas semanas se verá hasta dónde llega la resistencia de quienes abiertamente ha impulsado el presidente Andrés Manuel López Obrador como sus “corcholatas” para la Presidencia, Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno; Marcelo Ebrard y Adán López, secretarios de Relaciones Exteriores y de Gobernación, respectivamente.
Sheinbaum enfrenta un serio problema, pues en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ya tiene expedientes como reincidente en violaciones a las normas y prohibiciones en materia electoral, fundamentalmente la vulneración a los principios de equidad, imparcialidad y neutralidad en procesos electorales, y en la consulta de revocación de mandato. Incluso, está en riesgo de que las autoridades electorales la sancionen por utilizar recursos públicos para promoción personal, por supuesto con fines de anticipación electoral 2024.
El caso más evidente y grave es el hecho de que difundieron por todo el país más de 300 anuncios espectaculares con el hashtag #EsClaudia y su silueta peinada de cola de caballo. Y tan evidente fue el riesgo para el presidente López Obrador que la frenó de un manotazo el 29 de diciembre: “No me meto en eso, lo único que puedo decir es que tenemos un pueblo muy politizado. Es un pueblo muy consciente; entonces al que se quiere pasar de listo no le va bien”, dijo el primer mandatario a pregunta expresa.
En el caso de Marcelo Ebrard, aunque ha sido más cauteloso para no incurrir en campaña anticipada –también es cierto que ha tenido un freno desde Palacio Nacional–, tiene que librar algunos problemas, uno muy grave, que es su responsabilidad política inexcusable en la tragedia de la Línea 12 del Metro que construyó su gobierno en la CDMX, lo que podría desbarrancar su eventual candidatura. El tema también le afecta a Sheinbaum, pues fue en su gestión que se desplomó el Metro.
En el caso de Adán López, aunque eventualmente no parece tener cadáveres en el clóset, –salvo lo que surgiera en los expedientes de Guacamaya Leaks–, su principal hándicap es que nomás no crece en las encuestas, lo que podría hacerlo un candidato poco competitivo.
Aquí la gran oportunidad para Monreal, pues su voto en contra de la reforma electoral Plan B de López Obrador le puede terminar dando esa autoridad moral con la que se colocaría por sobre las otras corcholatas de Morena, al haber votado en contra de unas reformas por considerarlas inconstitucionales. Con la nueva composición política de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), el escenario más probable es que declaren la inconstitucionalidad de esa la reforma.
El mensaje más claro de que AMLO ahora quiere paz con Monreal fue el mismo 29 de diciembre después de reprimir a Sheinbaum, a pregunta sobre las críticas del zacatecano a la inseguridad en el país. López Obrador prefirió no responder: “No, es que no quiero yo la confrontación o que se entienda que tenemos diferencias, mejor no opino nada. Ahora sí que voy a aplicar aquella de que uno es dueño de su silencio y rehén de lo que dice”, sostuvo el mandatario.
Así, para Monreal, todavía hay posibilidades presidenciales en Morena.