Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
Otra vez la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, se quejó de la oposición, cuando en realidad es doméstico este problema político y moral para su gobierno. Por ello, debería emprender medidas drásticas contra altos funcionarios de su Gabinete y reflexionar si ellos pueden estar a cargo de la ciudad y cuidarle las espaldas cuando ella anda fuera en su virtual campaña presidencial.
Ayer, en su mañanerita (imitación de la mañanera), a pregunta expresa, Sheinbaum reiteró: “Como lo dije, me parece muy mal que los alcaldes de oposición hayan ido a mal informar a Xochimilco, eso yo creo que no es correcto. Como autoridades tenemos una responsabilidad por encima, inclusive, de cualquier motivación política, y esa responsabilidad siempre es decir la verdad. Fueron a decir que se les quería quitar el agua, cuando en realidad es una obra de drenaje y saneamiento pedida por los propios pueblos”.
En realidad, el gobierno de Sheinbaum perdió la narrativa de lo que ocurrió el viernes en Xochimilco, cuando granaderos que supuestamente no son granaderos reprimieron a pobladores de San Gregorio sólo porque bloquearon una calle en protesta contra una obra hidráulica y para defender su derecho al agua, según su postura. Testimonios en video que evidencian lo anterioir abundan en redes sociales.
Dos días después, el presidente del PAN en la capital, Andrés Atayde, sí como los alcaldes de Álvaro Obregón y Benito Juárez, Lía Limón y Santiago Taboada, respectivamente, la senadora Xóchitl Gálvez y otros legisladores panistas, exigieron la renuncia del titular de la Secretaría de Gobierno, Martí Batres, así como la presencia de Sheinbaum en la zona, para que dialogaran con los pobladores. Advirtieron que no van a permitir arbitrariedades ni imposiciones que afecten a cualquier comunidad, pueblo o barrio de la CDMX.
En realidad, Sheinbaum tiene el problema en casa y la culpa no es de los panistas que en todo caso aprovecharon una circunstancia política como opositores, ante un vacío y parálisis del gobierno capitalino, en el que quizás este problema de brutalidad policial es uno de los que más puede afectar política y moralmente a su administración.
El problema está en el Gobierno de Sheinbaum. Primero, porque el día del conflicto andaba en Veracruz, en su virtual campaña presidencial. Era su segundo día consecutivo fuera de la capital; el primero fue el jueves, cuando estuvo en Oaxaca.
Los funcionarios a quienes les encargó la ciudad le fallaron. Batres, porque no logró dialogar con los pobladores y tuvo que solicitar la intervención de los granaderos que no son granaderos, y el titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, porque descuidó el operativo que debió supervisar él mismo.
Además, la coordinadora de Comunicación Social de Sheinbaum, Paola Silva, perdió la narrativa mediática y, aún dos días después, se impuso la versión de los opositores, esa de la cual se queja Sheinbaum.
La jefa de Gobierno tampoco puede pedir que los alcaldes de oposición tengan una cortesía política con ella, cuando su gobierno los ha maltratado con carpetas de investigación, castigo presupuestario y otras presiones, incluso contra quienes se han portado de manera institucional con ella, como el alcalde de Coyoacán, Giovani Gutiérrez.
Esa narrativa de que también que Sheinbaum se ha vengado de los ciudadanos de la clase media que no votaron por Morena en esas Alcaldías también la perdió. Cada día crece el descontento contra su gobierno y ella lo sabe, por eso ha recurrido a historias rosas para intentar recuperar terreno.
Así, Sheinbaum tiene que arreglar su problema en casa y no culpar a externos de que su gobierno es disfuncional, y peor cuando ella sale de la Ciudad.